¿Qué rol juega el Estado frente a la innovación?
Comparto columna (ieem).
Cuando se habla de innovación usualmente se piensa en algo nuevo, novedoso, creativo o simplemente curioso. Perspectivas sobre innovación hay muchísimas. Sin embargo, lo que se mantiene latente en una importante cantidad definiciones sobre innovación tiene que ver con el cambio. Pero sabemos que hay diferentes tipos y procesos de cambio. Existen cambios incrementales, radicales, endógenos o exógenos, reactivos o proactivos, impulsados desde la propia comunidad o desde los tomadores de decisión (independiente de quiénes sean).
Además, es importante entender que la innovación no se agota solo con la creación de nuevos bienes o servicios, sino que emerge cuando hay transformaciones más profundas que guardan relación con procesos y el ecosistema en el que se generan. Estos procesos de innovación surgen como resultado de la apertura, el intercambio, la experimentación, la investigación y el desarrollo, la transferencia del conocimiento, la mejora continua, entre otros.
Si es esta la innovación de la que estamos hablando, la entendemos como un proceso que involucra diversos tipos de actores, múltiples actividades y requiere de la interacción continua y dinámica de diversas asociaciones y agentes. Indudablemente que el Estado ha de ser un jugador clave aquí. Ahora, ¿puede el Estado por sí solo ser un impulsor unilateral de la innovación de un país?
En una sociedad del conocimiento el Estado ha de estar en redes y participar activamente en la generación de ciclos dinámicos de intercambio en el que se encuentren y dialoguen diversas perspectivas y actores. Una de las características que define la era actual es la profunda interdependencia entre regiones, organizaciones y comunidades. En esta línea el Estado habrá de asegurarse de que no entorpece los procesos de innovación. Para ello, resulta crítico implementar adecuados mecanismos para favorecer la generación de patentes, incentivos, licenciamientos, I+D, desarrollo de capital humano, infraestructura, legislación ad hoc, fondos, fomentos o subsidios, etc.
El Estado habrá de contribuir a generar las condiciones para que el resto de los actores encuentren beneficios al generar y promover nuevos ciclos y oportunidades de innovación. En esta línea, las alianzas intersectoriales juegan un papel fundamental. De igual manera es central avanzar hacia fórmulas de innovación más abiertas que trasciendan la fragmentación de sectores y territorios. No obstante, el Estado habrá de cuidar el correcto cumplimiento de las orientaciones y regulaciones necesarias que aseguren que estas innovaciones y los beneficios que se generan de ella no sean en perjuicio de la sociedad en su conjunto (ni de su medio ambiente) ni del cumplimiento de las normativas vigentes.
La innovación más compleja es la de carácter cultural que genera cambios en las dinámicas de las organizaciones y sus sociedades. Es fundamental favorecer ciclos de transformación que combinen, integren y mejoren desde una perspectiva creativa la tradición con nuevas formas de entender una realidad en plena transición.
La innovación más compleja es la de carácter cultural... pic.twitter.com/QQJDMmkRc9
— Cristobal Cobo (@cristobalcobo) 2 de julio de 2018
Posted in aprendizaje colaborativo, innovación, sociedad de los conocimientos on Jul 06, 2018