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Hay una visión de cómo debería cambiar la educación que dista de la práctica

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Comparto entrevista hecha por la Fundación Educar Chile:

“Algunos creyeron que iba a ser así pero ya sabemos que no: la magia no va a llegar porque cada niño tenga su propio computador”.

Cristóbal Cobo, investigador chileno en nuevas tecnologías y educación, viaja por el mundo hablando de esto. En sus charlas, muestra ejemplos con videos: salas de clases en que la profesora usa las pizarras interactivas para entregar conocimientos en forma lineal a los alumnos, del mismo modo en que antes usaba las pizarras de tiza.

“El cambio no viene solo con las máquinas; hay que entender la tecnología como aceleradora de experiencias de aprendizaje en pedagogías más flexibles”, afirma Cristóbal, quien ha trabajado en proyectos de Europa, Norteamérica y Sudamérica, y ha asesorado a países como México, Ecuador, Perú, Argentina, Chile y, actualmente, Uruguay.

El salto que debe dar la educación para ajustarse a las necesidades del nuevo siglo no tiene que ver sólo con proveer de tecnología a las escuelas. Es mucho más que eso. Cristóbal Cobo lo está experimentando ahora en su trabajo como director del centro de estudios de la Fundación Ceibal, en Uruguay, donde se ha vivido todo un proceso desde que en 2007 comenzó el plan de dotar de laptops a todos los escolares del país.

“En un primer momento fue despliegue tecnológico; luego, fue plataforma educativa y ahora el tema son las pedagogías”, dice Cristóbal Cobo. La experiencia del proyecto Ceibal ha sido un proceso de maduración. “Ha habido ensayo y error, un aprendizaje”, relata el investigador. Después de la primera fase, ahora están en la etapa de ver cómo se puede cambiar positivamente la enseñanza y el aprendizaje mediante el uso de la tecnología, y cómo se puede lograr esta mejora de modo de abarcar la totalidad del sistema escolar.

El cambio en los sistemas educacionales no se basa entonces en el cambio tecnológico. Cristóbal Cobo habla de flexibilidad, de “aprendizaje invisible” (ver recuadro), de “habilidades para el Siglo XXI”. Para él, sin embargo, estas mentadas habilidades no son del actual siglo sino que han existido siempre:

“El pensamiento crítico, la capacidad de análisis, la discriminación y selección de la información siempre han sido necesarias. La diferencia es que hoy día no sólo son relevantes para una elite. Hoy necesitamos esas habilidades para el dueño de una pyme pequeña. Hoy no sólo se ha masificado el ingreso la universidad sino también la necesidad de competencias como construcción del conocimiento, resolución de problemas, generación de empatía, etc.”.

-¿De qué manera estas habilidades se engarzan con los cambios tecnológicos?

“Además de ser diestros digitales, hoy se requiere que las personas tengan la capacidad de construcción del conocimiento otro. Eso implica entender cómo evoluciona la ciencia y cómo se produce la innovación. Pero para que eso ocurra, la persona no sólo debe ser capaz de trabajar a través de Skype con otros sino también de saber escuchar al otro y de negociar conocimiento, así combinas competencias digitales con habilidades de socialización. Antes, hacíamos que los niños construyeran blogs. Ahora queremos que ellos se contacten con alumnos de otras escuelas para que busquen en conjunto soluciones a problemas del medio ambiente, por ejemplo. Y en eso les ayuda la tecnología”.

-¿Se sabe cómo evaluar estas habilidades?

“Se ha escrito ‘toneladas’ sobre esto y hay muchos instrumentos de medición de la creatividad, por ejemplo. Pero no hay uno solo que se haya impuesto. El grupo de la Universidad de Melbourne (creadores del ATC21S) se enfocó en la resolución de problemas en forma colaborativa y construyó un entorno simulado para aplicarse en la Prueba Pisa de este año. La pilotearon antes y este año la testearon. Se trata de plantear un problema a un niño, que puede ser: “Con tu comunidad diseña una estrategia de resolución de los impactos medioambientales; estos son los correos electrónicos de distintas personas y tú tienes que construir algo”. Es un primer esfuerzo que no es menor, porque se va a aplicar a nivel global”.

-¿A qué habilidades corresponde esta evaluación?

“A colaboración y a resolución de problemas. De ahí salen subtemas, como la habilidad de negociar, de corregir sobre la marcha, etc. Eso es bastante interesante porque hasta ahora la Prueba Pisa (OCDE) ha puesto mucho énfasis en habilidades tradicionales: lecto-escritura, ciencia y matemática. En 2009 incorporan la lectura en pantalla y ahora incluyen esto. Y anuncian que para 2018 van a incorporar otro test de Global Minded, que apunta a la capacidad de comunicarse con gente de otros rincones y culturas”.

“Sí, se están haciendo cosas. Hay un montón de esfuerzos. Por ejemplo, Rand ¬-un centro de perspectiva tecnológica- organizó en la Casa Blanca una reunión con las mejores mentes de Estados Unidos sobre este tema y publicaron un reporte que se llama Measuring Hard-to-Measure Students Competencies, que da cuenta de todas las sistematizaciones que se están haciendo para avanzar en esta línea”.

-Si todo apunta en esa dirección, ¿qué tiene que pasar para que ocurra un cambio en la sala de clases?

“Hay que desescolarizar la escuela. Hay que volver a revisar el pasado, a la manera como se aprendía antes, cuando lo que se valoraba era el aprendizaje y no las calificaciones, la experiencia y no cumplir con un curriculum, el construir un saber con otros y no la cantidad meses o años que pasaste dentro del sistema escolar. Eso significa hacer de vuelta el camino que hizo internet, que fue traer la sociedad al aula. Ahora hay que llevar el aula a la sociedad”.

-¿Y cómo se hace eso en lo concreto?

“Se traen problemas de la vida práctica y se incorporan a los programas curriculares. Se saca a los niños del aula y se los lleva a conocer las empresas; se aplica el aprendizaje basado en problemas, que no es de una asignatura particular sino transversal; se estimula la idea de emprendimiento en la escuela, que puede ser de negocios o social: se identifica un problema y se diseña una estrategia para enfrentarlo y luego se la implementa; se echa mano del design-thinking para construir problemas con soluciones más colaborativas y se aplican un montón de saberes que están dentro y fuera del aula para solucionar un problema en particular. Hablamos de un aprendizaje mucho más activo y más flexible”.

-¿Qué tan lejos estamos de que todo eso ocurra?

“El problema que tenemos y que es súper global, es que cuando le preguntas a los docentes si están de acuerdo con los enfoques centrados en la transferencia de información, nadie te dice que sí. ¡Todos están de acuerdo con que hay que acelerar los cambios! Pero a la hora de aplicarlos en clases, no se da con igual consistencia. Termina primando muchas veces la transmisión de conocimientos en forma lineal. Entonces, tenemos un problema serio. En las personas hay una visión de cómo debería ser la educación, pero en la práctica tenemos una cosa absolutamente distinta”.

“Las preguntas son cómo hacemos para que no sólo promovamos el cambio en la práctica docente, sino que también le demos el apoyo. Porque si solo valoramos las clases expositivas, si no le damos buena capacitación, si nos centramos en la evaluación por cantidad de horas y no por competencia y otros tipos de logros… es imposible hacer el cambio”.

-El panorama no es muy alentador.

“Pero hay una buena noticia en todo. Si bien los sistemas educativos cambian muy lento, el aprendizaje, la manera en que adquirimos nuevos saberes, cambia en forma aceleradísima. La gran oportunidad aquí es lo que está pasando con las TIC en otros contextos, en otras dinámicas de interacción.

El niño está en el aula nueve horas, con las manos arriba de la mesa, “desenchufado”, teniendo que mantenerse en silencio mientras el profesor habla: la transferencia lineal del conocimiento. Pero cuando ese niño vuelve a su entorno natural, tiene la posibilidad de construir con otros, de negociar, de explorar.

-“No digo que todo lo que haga el niño fuera del aula es aprendizaje. Las redes sociales muchas veces tienen que ver con ocio también. Pero está el espacio para otros tipos de exploración. A lo mejor va a tomar otra generación más para que haya cambios en el sistema”.

“En el intertanto, el desafío es cómo hacemos para que los chicos que van a la escuela puedan tener otras posibilidades de emprendimiento, de exploración, de experimentaciones, de laboratorios de creación, en paralelo a la agenda curricular. Y eso les va a generar un plus para después porque quienes contratan en el mundo laboral abordan lo curricular en un primer aspecto; pero en una segunda parte de la entrevista laboral, te preguntan: ¿qué más has hecho además de pasar por la universidad?”.

EL APRENDIZAJE INVISIBLE

Cristóbal Cobo es uno de los creadores del concepto “Aprendizaje Invisible” (AI) , que promueve una forma de aprender basada en la acción y la interacción más que en la instrucción. Con AI, se pone el acento en todo el conocimiento y las habilidades que se adquieren a través de las nuevas tecnologías, y que no están sistematizado ni se consideran en curriculum alguno. Es aquello que se aprende en forma individual o con apoyo de los pares y de la mano de las TICs. El investigador propone que se visualice este tremendo acervo y que se integre a la educación formal, sobre todo pensando en sus características flexibles y horizontales.

HABILIDADES EN EL TRABAJO

El mundo de la empresa ha sido mucho más rápido que el educativo para empezar a considerar las competencias que requiere el mundo de hoy, señala Cristóbal Cobo. “Una compañía como Google va solicitar los curriculums de los postulantes y seguramente va a seleccionar a los mejores. Pero después de eso va a entrar directo a preguntar otras. Las empresas han sido mucho más creativa a la hora de inventar fórmulas para reconocer las otras habilidades”. Y da otro ejemplo: “La Fundación Mozilla diseñó insignias digitales que se hacen con una rúbrica a partir de una habilidad en particular y que se entrega por criterios a partir de evidencias. Estas insignias se imprimen en los perfiles de redes sociales de las personas que las obtienen. Si una empresa busca a alguien con liderazgo en las redes, le será mucho más fácil de encontrarlo gracias a estas insignias”.

Posted in Education and ICT, innovación, sociedad de los conocimientos on Jul 19, 2017

Cristóbal Cobo