Una mirada en 360
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Mirada en 360 grados: Cuando los países buscan favorecer la adopción de tecnologías digitales en el contexto de la educación es fundamental comprender los factores asociados. Para una adecuada integración de las políticas de tecnologías digitales se requiere una perspectiva sistémica y en 360 grados. Las tecnologías digitales por sí solas no son suficientes para transformar la educación.Para ello es fundamental desarrollar competencias institucionales capaces de articular al menos cinco áreas clave: infraestructura habilitante, habilidades digitales para educadores y estudiantes, provisión de contenidos / plataformas de calidad y un marco de políticas de apoyo. La interacción de todos estos elementos requiere que los países implementen intervenciones sistémicas y sostenibles en el tiempo. Todos estos elementos necesitan ser diseñados, promovidos y monitoreados sistemáticamente por políticas integrales de educación y tecnología (únicamente enfocarse en la tecnología o en la educación suele no ser suficiente). Aquí resulta relevante planificar y asegurar no solo la infraestructura básica (conectividad y acceso a dispositivos), sino también tener en cuenta que las tecnologías digitales son dispositivos multi-contextuales que requieren de una mirada transversal capaz de conectar lo que ocurre dentro y fuera del aula.
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Profesionalización docente apoyada en tecnología: Los educadores están y deberían seguir estando en el centro de cualquier intervención de política de tecnología educativa. Una apropiada implementación de las tecnologías educativas debiera apoyar el papel que desempeñan los maestros. Como es sabido, las intervenciones exclusivamente tecnológicas no pueden reemplazar una buena práctica docente. La docencia es una profesión desafiante y requiere la capacidad de combinar y aplicar una serie de habilidades complejas. No basta con el dominio de los dispositivos, además hay que contemplar el uso en tareas pedagógicas y administrativas, de relacionamiento social y de construcción de ciudadanía, entre otras.La capacitación regular en el uso pedagógico de la tecnología es algo que debe integrarse y monitorearse regularmente. A la hora de pensar en apoyos a la docencia mediante tecnología no basta con ofrecer una gran oferta de cursos. Es importante facilitar enfoques flexibles e integrales. Eso significa que, además de los programas de desarrollo profesional ofrecidos por el Estado, es necesario enriquecerlos con otros enfoques como el desarrollo de comunidades de práctica, entre otros espacios de aprendizaje donde los maestros puedan ayudarse entre sí permanentemente. Este enfoque de formación combinado se considera crítico para transformar sistemáticamente las prácticas de enseñanza.
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Permitir que el sistema educativo aprenda: La retroalimentación es fundamental para el aprendizaje. Las tecnologías digitales son poderosas herramientas para ofrecer feedback. Adoptar procesos interactivos de información (evaluación, medición o monitoreo) es central para aprender cómo los estudiantes desarrollan capacidades y adquieren nuevos conocimientos. Las evidencias indican que no todas las políticas de tecnología educativa son igualmente efectivas. Por ello, es importante desarrollar capacidades y estrategias institucionales que permitan a los sistemas educativos monitorear, evaluar y aprender de sus propias prácticas. Una cultura de la evaluación y de la mejora continua permite reflexionar sobre la efectividad de las estrategias implementadas. Además, posibilita identificar qué innovaciones y mejoras pueden adoptarse. Hoy existen diferentes evaluaciones regionales y globales que permiten a las administraciones públicas aprender de otras experiencias, identificando cuáles son las mejores formas de apoyar un buen uso de las tecnologías digitales. En tiempos de cambios acelerados es crítico que los ministerios de educación (o instituciones equivalentes) funcionen como organizaciones que aprenden, capaces de adaptarse a las transformaciones de un mundo en transición.
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Acceso para todos: Las políticas de tecnología educativa han de ser escalables y replicables. Es necesario planificar e implementar políticas capaces de garantizar inclusión y equidad. En lugar de enfocarse en contextos ideales (difícilmente replicables), las intervenciones educativas digitales deben implementar estrategias que apoyen y asistan a estudiantes y maestros, independientemente del contexto social y económico, la ubicación geográfica o el origen étnico. Por ejemplo, al reducir la brecha digital de género, las mujeres pueden ayudar a sacar a sus familias de la pobreza extrema y convertirse en activas agentes de cambio. Para reducir las diversas brechas digitales (de infraestructura, conectividad, habilidades técnicas, entre otras) se requerirán políticas integrales. Lograr que la educación digital sea inclusiva requiere reconocer a grupos que experimentan diversas expresiones de exclusión. Estos aspectos deben considerarse cuidadosamente en cada etapa del diseño de la política, pero también durante la adopción y el monitoreo para así garantizar que nadie quede fuera. Para acceder a las oportunidades que ofrece la sociedad digital, es fundamental tener en cuenta los desafíos y las oportunidades que ofrece el futuro sin ignorar las necesidades de quienes se encuentran hoy en posiciones menos privilegiadas.
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Datos abiertos, arquitecturas flexibles y responsables: Tanto la educación como las tecnologías tienen la mirada puesta en el futuro. Por ello es estratégico diseñar infraestructuras digitales que sean flexibles, inclusivas y adaptables a los cambios continuos (muchas veces impredecibles). Aunque no es posible predecir qué tecnologías se utilizarán para la educación en las escuelas del mañana, existen principios que han demostrado ser resistentes y fundamentales para favorecer transformaciones sostenibles en el tiempo. Las tecnologías educativas habrán de estar sostenidas sobre infraestructuras digitales abiertas, transparentes e interoperables.Si bien la educación se está volcando cada vez más hacia el uso intensivo de datos es fundamental desarrollar las capacidades institucionales y las regulaciones necesarias para utilizar los datos de manera efectiva, pero también de forma ética y segura. La producción de evidencias y la gestión de grandes volúmenes de datos puede brindar oportunidades para apoyar a la educación de nuevas maneras. Sin embargo, al mismo tiempo, es una oportunidad para desarrollar nuevos marcos y responsabilidades que habrán de incorporarse en la hoja de ruta de aquellos países y administraciones que buscan brindar una mejor educación.
*Este texto, como el resto de los contenidos de este sito, corresponde a un articulo a título personal y no representa a ninguna de las organizaciones con las que colaboro.
Posted on Dec 22, 2019